miércoles, 19 de septiembre de 2007

Por qué obrar bien

-Viste? Nunca tenés que hablar mal de alguien sin razón, porque siempre hay un forro que te manda al frente.
-Claaaro, no es porque esté mal hablar mal de otros sin razón, sino porque alguien te va a mandar al frente, eh!

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Intolerancia 26°C, disconformidad 70%(o más)

Eran una menos cuarto, más o menos. Ahora se le había cantado haber viento, así que caminábamos rápido, porque a la mañana estaba para remera, a pesar de que igual se te pegoteaba toda al cuerpo. De todos modos marchábamos cautelosamente, porque estaba todo embarrado, y ya me alcanzaba con que un 504 nos haya salpicado y unas baldozas nos hayan escupido las mangas de los jeans como para tener que soportar tener todo el culo lleno de mugre por haber resbalado.
Los días anteriores habían caído piedras, y cuando mirabas luego de escuchar uno de esos truenos que no son fuertes, pero son largos, como si estuvieran presagiando algo espantoso te daba esa sensación de que el muy hijo de puta del cielo se estaba aguantando para caer entero, sobre nuestras cabezas, con soretes de punta y todas esas cosas que decimos que caen. No habían pasado cuarenta y cinco minutos del mediodía, pero se veía como si fueran las siete de la tarde.
Cuando empiezo a encaminar hacia mi casa, empiezan a caer las primeras gotas, débiles. Me decepciona el cielo, yo esperaba que cayeran tantas gotas y con tanta fuerza que terminaran por arrancar las baldozas del suelo. No era la primera vez que me decepcionaba, no era la primera vez que esperaba que se acabara el mundo con un diluvio y no pasaba nada. El muy maricón largaba gotitas de a poco, para hacerte dar más bronca. Guardé la revista que llevaba en la mano, no vaya a ser que me la arruine algo tan mediocre como ese rocío.
Cruzo la vía después de que pasara el tren. Con esa llovizna de mierda haciéndote de cortina parecía mucho más lejos. Cruzo la calle y paso por adelante de la puerta de la casa de un amigo de toda la vida, y veo que viene corriendo el perro que toda la vida mi amigo tuvo. Viene a ladrarme.
-Perro de mierrrrrda, hace trece años me conocés, y todavía me ladrás? Hijo de puta.

Ya estaba podrido, del barro, de la humedad, del calor, del repentino frío, del viento, de los autos, de las baldozas, del agua, del rocío puto ese, de las calles en bajada, de las calles en subida, de ver el piso hecho mierda por todos lados porque a la municipalidad se le ocurre que es mejor poner lindo el centro y romper todo y dar vuelta las baldozas que asfaltar esas calles en las que en un día de mierda como estos, húmedos y calurosos, te embarrás hasta las rodillas, y estaba pódrido del perro de mierda ese, también, que se me hacía el malo.
Después de todas esas cuadras, llego, llego, llego... y a tres metros de mi casa...


piso mierda.



Prefiero el frío, prefiero la humedad fría, por lo menos me abrigo sin dudarlo y al mismo tiempo me protejo de la lluvia. En estos días si voy como para no mojarme me cago de calor y se me pegotea toda la remera la piel, y se humedece todo, inclusive la mochila de mi espalda.
Qué se yo, fíjense que no soy de esos inconformistas.
Nunca me quejé del frío.

viernes, 7 de septiembre de 2007

Torturas a conciencia

Las ortodoncias son cada vez más sorprendentes.
Bah, lo sorprendentes son los dentistas. A veces siento que están improvisando como cuando yo toco jazz. Me desespera.
Te sientan ahí en la silla, te reclinan, viene la ortodoncista líder a ver qué estuvo haciendo la mina con la que me derivó.

-Hola! A ver... abrí.
-Está mejor...
-Mmm.... sí, claro, mejor. A ver, mordé.
-Con este [nombre x de pieza dentaria] podríamos hacer stripping [o alguna otra definición técnica o palabra que fuera de contexto sonaría mal, pero en el contexto de la boca suena treinta veces peor].
-Sí, acá podemos poner triangulación de elásticas[te ponen unos elásticos enganchándote un diente de arriba con dos de abajo, en una preciosa forma de triángulo, que aunque me digan que es para mover alguna que otra pieza para un u otro lado, yo sé que es para que me calle un poco]. Abrí.
-Sí, pero nos va a mover este para acá y ese para allá, y queremos que este vaya para allá y ese para acá.
-Sí, puede ser. Vamos a probar. Mordé. Mirá qué grande que es ese [otra pieza dentaria que antes de los benditos aparatos mordía más o menos, pero ahora no sirve ni para un colgante porque me duele demasiado]!!!!
-Sí, es enorme. Abrí. Me parece que ese no lo vamos a poder ubicar bien.
-Mmm... sí, no sé. Hay que ubicar la línea media [así le llaman a la línea de los dos dientes del medio, que tiene que coordinar con la mitad de la nariz, la mitad de la pera, la mitad del entrecejo, la mitad del ombligo. El hueco que me dejaron entre los dientes del medio ahora tiene una ubicación excelente. Si hacemos la metáfora de la ubicación con un departamento, es como si tuviera un balcón con vista al mar, más o menos].
-Y hay que cambiar esto [acá hacen presión sobre la ortodoncia, es decir sobre los alambres que unen mis dientes, demostrando lo flojos que están estos, y que deben ser tensionados otra vez.]
-Sí, seguro. A ver, mordé. Acá voy a tener que limar[NO es un chiste].
-Sí. Abrí. Sí, sino no va a haber espacio[aclaro que para esta altura a mí ya me sacaron CUATRO dientes de la boca para hacer espacio, cuatro dientes SANOS solo por una cuestión estética].

La charla se completa con un par de palabras de optimismo.
Optimismo, cuando los profesionales dentarios dicen "no sé", "vamos a probar", y esas demás frases de incertidumbre.
Saben qué me hace sentir? Siento que son una pareja de novios que están buscando su primera casa para irse a vivir juntos y están diciendo dónde pueden poner tal o cuál mueble. "Mirá, mi amor, acá podríamos poner el aparador, allá el mueble de la tele y ahí en la esquina el premolar".

No quiero un solo comentario al estilo de "para qué te los pusiste?", porque no fue voluntad propia, me los pusieron por decisión de mis viejos, a pesar de que les pedí que no.
Por mí iría por la vida con los dientes torcidos y funcionando, y sin dolor alguno.
Si alguna vez llego a tener mucha, pero mucha, pero mucha guita, como para no tener que trabajar, voy a estudiar odontología, así me divierto un poco cobrando venganza con los nietos de mis ortodoncistas.

Manga de insufribles. Eso son ustedes. Doctorados insufribles.

domingo, 2 de septiembre de 2007

El mejor deporte del mundo

El otro día, haciendo zapping, me encuentro en un canal de algunos de los cinco canales que mi antena me permite ver, que la cantidad de gente que practica patinaje sobre hielo aumentó en el último mes, más o menos.
De más está decir que odio a Tinelli.





No, no está de más. Tinelli, andate a la re concha de tu madre. Si Tinelli hiciera lo que dijo Barrionuevo de los políticos ("dejar de robar por dos o tres años", supongo que también se debe haber incluido a él en la recomendación) no sé si el país estaría mejor económicamente, pero seguramente sí culturalmente.

Bueno, siguiendo con lo del patinaje, van y le hacen unas preguntas a la entrenadora (o coach, como todos les dicen ahora, Tinelli y la put... bueno ya). Claro, entre las preguntas está el clásico "por qué?". ¿Por qué ir a patinar, y no ir a jugar al fútbol, nadar, quedarse en casa tocando la guitarra o viendo la tele?
Siempre, todos los entrenadores, o amantes de un determinado deporte, o de una determinada actividad, te van a responder LO MISMO:

"Porque vos podés tener todos los problemas del mundo, pero entrás a patinar y te olvidás de todo".

Todos sabemos que eso es por la simple razón de que estás demasiado concentrado en lo que estás haciendo, por miedo a morir en el intento. Si estás patinando, no vas a pensar en otra cosa, porque cuanto te distraés te comés la pista de hielo.
En la natación, te cagás ahogando, está clarísimo. Claro que esta excusa solo sirve para gente que está recién comenzando con esto. Después de nadar diez años, cuando hacés los movimientos automáticamente, la ventaja que tiene es que podés nadar y pensar en cualquier otra cosa al mismo tiempo.
Bueno, a veces es desventaja.