miércoles, 5 de agosto de 2009

Una muy subjetiva visión acerca de mi comienzo en la vida terciaria

Este año ingresé al CBC de las materias correspondientes a la Facultad de Ingeniería y a la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales en la UBA. Como la mayoría de los que planean empezar este ciclo al año siguiente de terminar sus estudios secundarios, inicié los trámites de inscripción el año pasado, en octubre, en febrero llevé el certificado de analítico en trámite y empecé a cursar a fines de marzo. Las clases finalizaron los primeros días de julio y uno de los parciales que debía ser tomado el sábado 04/07 fue reprogramado para hoy, por supuesto, fue por todo esto de la maldita gripe A, que ya me tiene los huevos bastante llenos.
Pero la gripe no es el motivo de esta publicación, sino el radical cambio que significa (o significó para mí, por lo menos) entrar en el nivel terciario.


1- Distancia: Antes que nada, el polimodal me quedaba a doce cuadras de mi casa. Necesariamente tuve que levantarme todos esos días de cursada a las 5:00 AM para poder despabilarme, desayunar, lavarme los dientes, tomarme el 98 y llegar a horario. Me anoté en la sede de Montes de Oca al 1100 porque el colectivo que me deja a una cuadra de ahí pasa a dos cuadras de mi casa.
También llegaba a mi casa cerca de las 14:30hs, y totalmente muerto, cosa que no me pasaba casi nunca el año pasado.


2- Tiempo: Hay que dedicarle mucho tiempo, no hay vuelta.
Este año dejé casi todas mis actividades extracurriculares: natación (que ya había perdido regularidad desde el verano) guitarra, armónica, canto, piano (idem nado pero desde el año pasado), bailar tango, rascarme el higo, visitar amigos, jugar con el Sega, ensayar una vez por semana con mi banda.
Seguí solamente con Práctica de Conjunto (en el año que estoy en el Centro Cultural del municipio es la única materia que se hace) e ingresé en la Orquesta Escuela de Berazategui en música (robo con la armónica cromática). Con mi banda empecé a ensayar cada dos o tres semanas, según los horarios de cada uno. Se fue un tecladista e ingresó otro muy recientemente, y a pesar de que estoy muy contento con este cambio, necesariamente significó hacer una pausa para enseñarle detalladamente nuestro escaso repertorio. En épocas de parciales cesábamos los ensayos para "sacármelos de encima".
No sé cómo serán los demás Ciclos Básicos, pero en el mío me tocaron en cada cuatrimestre 19 horas semanales de cursada: 9 de matemática, 6 de ciencias naturales, 4 de la materia común a todas las carreras. Este cuatrimestre fueron, respectivamente, Álgebra, Física e IPC, el siguiente serán Análisis Matemático, Química e ICSE.
Todos los días que llegaba de mi casa comía lo que había quedado del almuerzo de mi vieja y mi hermana y descansaba hasta las 16hs, independiente del horario que llegaba. De 16 a 21 hacía tarea, los cuatro días de cursada, y los días que no iba intentaba levantarme medianamente temprano (tipo 9hs), y hacía tarea, mañana y tarde hasta la hora de comer.


3- Se puso re jodido: No encontré otra alternativa posible que la recién mencionada. La cantidad de contenidos que recibía por día, y a la velocidad que los recibía, fue la mayor que experimenté en mi vida. En mi caso particular, en el polimodal había tenido un solo año de física y fue francamente desastroso. Tuve muy buenas profesoras de matemática pero álgebra fue algo completamente nuevo para mí, nunca había visto nada que se le pareciera en el nivel secundario. Y por suerte en IPC iba bastante tranquilo. Un compañero de curso supuso que como todos los que cursábamos estabamos haciendo las mismas materias esa comisión iba más despacio a propósito, porque sabía que nos estaban haciendo mierda con las demás.
Álgebra es re jodido, nadie puede discutirlo. Al menos para el promedio de alumno que sale de la educación media, que no está acostumbrado a pensar. De un aula de aproximadamente cincuenta o sesenta alumnos iniciales, finalizamos menos de treinta, y promocionamos la materia sólo siete. De ellos, yo fui el que promocionó más mediocremente (7 en el primer parcial, 6 en el segundo, 6,5 redondea a 7...), pero también era el único que venía de un colegio polimodal. Uno de los otros promocionantes se había formado en una Escuela Técnica, y los demás en bachiller o perito mercantil, todos ellos de Capital Federal.

4- Me tocó cursar los sábados: La verdad no me jodía mucho porque no soy de salir a la noche los viernes, menos ahora que si salgo al otro día no me levanto hasta el mediodía, y no me rinde nada para hacer tarea o estudiar. Pero bueh, el sábado es el sábado, es un día para que no te rompan las bolas (a pesar de que muchos trabajan ese día, como los profesores que me daban clase), generalmente suelo hacer laburos en casa con mi viejo cuando no tengo nada que hacer.

5- Las amistades: Hay gente muy inteligente, gente muy graciosa, gente muy buena, gente que reúne las tres características en diferentes proporciones, o reúne dos, o una o ninguna. Bah, como en todos lados. El tema es que acá es difícil conocer a la gente como en el secundario, porque a pesar de que paso aproximadamente la misma cantidad de horas semanales con ellos, no podés pasartela boludeando como en el polimodal. Hay que poner el máximo empeño en escuchar cada cosa que dicen los profesores. A lo mejor a ellos se les hace más fácil juntarse después porque viven más cerca unos de otros, para mí es una lástima vivir lejos, pero bueh, se hace lo que se puede. Aparte, siempre está la complicación de que en los sorteos de las comisiones para el cuatrimestre que viene nos toquen horarios diferentes, con la posibilidad de no vernos más. Claro, siempre está la opción de cursar en otras comisiones las materias como análisis o química, en donde la subjetividad de un profesor para explicar los temas no pesa tanto como en ICSE, pero... qué sé yo. Esperamos que nos toque a todos los mismos juntos de vuelta, que no se pongan la gorra los que hacen la rifa de las materias. Así me ahorran el trabajo de hacer amigos por cuatrimestre.

6- Los profesores: En IPC tuve una profesora, que era media parecida a Vilma Ripoll. Macanuda la mina, iba despacio, explicaba bien, todo en orden. Escribía un poco confuso, o desprolijo, o con letra media rara, a veces no se entendía mucho. Pero todo bien. Lástima que la materia que daba no me gustaba. Había algo que me ponía medio nervioso de ella: usaba lentes para ver de cerca, y cuando los agarraba para ponérselos o sacárselos los llenaba de tiza que le había quedado en la mano de haber escrito en el pizarrón. No sé cómo corno no hacía para que no le entre en el ojo el polvillo.
En álgebra tuve tres profesoras, que se turnaban para dar clase. Las teníamos a todas, todas las semanas. Una fue una de las mejores profesoras que tuve, María Silvia Moriñigo, para los que quieren engancharla si llegan a ir a esa sede. Explicaba muy bien, hacía chistes casuales, te hacía visualizar algunas de las cosas que te explicaba (cosa complicada en álgebra), hasta creo que tenía paciencia, todo lo que quieras pedirle. A mí me decía que si sacaba menos de 7 en el primer parcial me fuera a derecho, jajaja. Otra explicaba bien, se sabía parar adelante de la clase también, a veces iba un poquito más rápido que las otras (o sea a los pedos) dando algunas cuentas o conceptos por obvios, o cosas así. La otra era la más joven de las tres, yo le entendía todo, pero había algunos que no, era buena, pero a veces hablaba en tono muy bajo para el tamaño de la clase que enfrentaba. Las tres muy macanudas, si tenías alguna duda te la explicaban, no es tan así como te lo pintan de afuera, que generalmente te dicen "si no sabés esto/si no entendiste, jodete".
En física tuve dos: uno, que daba la clase completa de los miércoles y la mitad de los sábados, y la otra, que daba la segunda mitad de la clase de los sábados. El tipo explicaba muy bien, hacía participar a la clase, admitía los diferentes modos de resolver un mismo problema, invitaba a participar en la clase y a interesarse en la física, todo bárbaro. Él era el encargado de explicar los temas nuevos en la clase. La profesora no explicaba muy bien. Es más, más de una vez nos hizo confundir algunos conceptos. Ella se encargaba de resolver problemas en la clase. Se paraba adelante del pizarrón y arrancaba a solucionarlo, era un monólogo, no daba lugar a ninguna acotación, no le ponía ni un poco de onda, la verdad un plomo de profesora. Debe ser que la didáctica se tiene o no se tiene, no sé.

Si de algo me olvido, lo voy poniendo a medida que me vaya acordando.
Cualquier acotación que se les ocurra, tienen los comentarios ahí abajo.

Ya voy a volver a escribir seguramente, alguno de estos días.

1 comentario:

  1. Sin duda, es muy cierto el detalle de la amistad, yo que fui a la misma escuela desde jardín de tres y el resto de los chicos a esa edad ya hacían mil actividades y yo simplemente vivía la niñez...
    Dicha caracterítica me hizo sentir mal en todas las etapas, si era preadolescente era "ellos juegan en la calle y yo no", en la secundaria era "ellos salen y yo no", etc...
    Con la llegada de la Facu, esas cosas terminaron, a la misma época que me puse a jugar al vóley las tardes (cosa que pude seguir haciendo y retomé el año pasado) y tocar el violín, cosa también retomada con instreumento propio.
    La cosa es simple: en ninguno de estos ambientes nadie va por obligación, así que todo se hace mucho más flexible.
    Mientras que para todos mis compañeros de secundaria terminarla fue "el fin de la joda" para mí significó el comienzo...

    saludos, cariños, besos y abracetes!

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