domingo, 16 de marzo de 2008

Plan dentaaaaaaaaaaaal



El único que encontré se ve para la mierda

Esto es raro. Los últimos posteos del año pasado estaban casi todos dedicados a mis visitas al dentista, a los constantes ajustes de los aparatos y a los comentarios de los profesionales.
Pero las últimas dos veces que fui no me molestó ni siquiera que me tiraran de los alambres de la boca, a pesar de que la primera vez de febrero me pusieron un bracket atrás de todo(para lo que me tuvieron que tener con la boca excepcionalmente abierta durante veinte minutos) y que la segunda vez me dijo "Ay, nene, nene!" cuando le dije que comiendo almendrado en un cumpleaños se me salió el bracket que tanto le costó ponerme.
Lo que no le conté es que un alambre me estaba pinchando las encías, y en la desesperación abrí la boca, me metí adentro la tenaza Gerardi de mi viejo, lo corté y lo saqué.
Es más, diría que la pasé bien. Esperé poco en el consultorio, entré, me senté/recosté en esa especie de reposera que tienen los odontólogos, abrí la boca, mordí, y todo lo demás de siempre. Pero esta vez me invadía un optimismo... es como que sentía que todo eso valía la pena. No en el sentido estético, sino en el sentido relacionado con la salud.
A lo mejor es que uno a la larga o a la corta se acostumbra a todo, qué sé yo.
Las cosas cambiaron un poco cuando, en la primera de estas dos últimas veces que fui, la odontóloga joven y bonita hizo un comentario sumamente optimista acerca del progreso del tratamiento, dando a entender que la ubicación de los dientes y no se qué más había mejorado mucho.
Sé que me falta tiempo, no sé cuánto, y no tengo la idea de preguntar porque es posible que si me dan una fecha aproximada el tratamiento dure más y eso no me va a gustar, porque seguramente me voy a haber hecho ilusiones de que finalizaría en el tiempo previsto y no me va a gustar que los pronósticos no se cumplan, así que ya sinceramente hago de cuenta de que ni siquiera los tengo y listo.
Lo único que puedo decir que me molestó un poco fue que mientras esperaba en la sala de espera a que mi vieja saliera de atenderse, habían dos chicos jugando un juego de celular con una música excepcionalmente alta y... molesta. Para colmo, ante las ofuscadas miradas de todos los demás pacientes, la madre solamente sonreía, como si disfrutara de que sus hijos estuvieran molestando a los demás.
Pero bueno, no vamos a echarle la culpa de esto a los odontólogos. Gente pesada hay en todos lados, y la verdad, esto no arruina el repentino optimismo.
Creo que esto es un claro progreso gracias a la iniciativa "dejá de quejarte por pelotudeces", que no sé cuándo arranqué, pero esperemos que dure bastante.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario